“Anécdotas y
secretos de los linajes Borja, Téllez-Girón, Marescotti y Ruspoli.”
Carlo Emanuele
Ruspoli
Para mi mujer y para mi hija.
Porque habéis soportado esta afición con
estoicismo…
Nota:
La cubierta es un
fresco de Jacobo Zucchi en la pared de entrada de la galería de Palacio Ruspoli que representa una alegoría con los
símbolos del poder temporal y espiritual de los pontífices de la Iglesia. El
escudo con los armas de la
familia Ruspoli en el lado izquierdo.
INDICE
01. PROLOGO................................................................................. 3
02. NOTA DEL AUTOR................................................................. 7
03. MARIO ESCOTO.................................................................... 10
04. GALEAZZO MARESCOTTI
(1407-1503)............................. 16
05. JUÁN DE ZÚÑIGA Y
PIMENTEL (1465-1504)................... 40
06. CÉSAR BORGIA (1475-
1507)................................................ 46
07. LUCRECIA BORGIA
(1480-1519).......................................... 57
08. JUAN TÉLLEZ-GIRÓN
(1494-1558)..................................... 66
09. ÁLVAR NÚÑEZ CABEZA DE
VACA (1507-1559).............. 74
10. SAN FRANCISCO DE BORJA
(1510-1572)........................... 79
11. CARLO GESUALDO
(1560-1614)........................................ 106
12. EL III DUQUE DE OSUNA
(1574-1624)............................. 133
13. FRANCESCO RUSPOLI
(1579-1625)................................... 171
14. SANTA JACINTA (1585-1640).............................................. 184
15.
GALEAZZO MARESCOTTI (1627-1726)........................... 196
16. FRANCESCO MARIA
RUSPOLI (1672-1731)..................... 206
17. FRANCESCO RUSPOLI
(1752-1829)................................... 223
18. CONDESA-DUQUESA DE
BENAVENTE (1752-1834).... 240
19. BARTOLOMEO RUSPOLI
(1754–1836)............................. 250
20. EL XII DUQUE DE OSUNA
(1814-1882)........................... 255
21. EMANUELE RUSPOLI
(1837-1899).................................... 267
22. MARÍA CRISTINA RUSPOLI
BONAPARTE (1842-1907). 287
23. PEDRO SAVORGNAN DI
BRAZZÀ (1852-1905).............. 302
24. EUGENIO RUSPOLI
(1866-1893)....................................... 308
25. VICTORIA RUSPOLI
DAMPIERRE (1892-1981)............... 329
26. FRANCESCO RUSPOLI
(1899-1989)................................... 353
27. EPILOGO.............................................................................. 370
28. ANEXO 1............................................................................... 381
31. ANEXO 4............................................................................... 384
32. ANEXO 5............................................................................... 388
33. ANEXO 6............................................................................... 397
34. INDICE DE LUGARES......................................................... 401
35. INDICE ONOMÁSTICO...................................................... 407
36. BIBLIOGRAFÍA.................................................................... 416
37. ÍNDICE
DE IMAGENES...................................................... 427
38. INDICE GENERAL.............................................................. 441
1.
PROLOGO
Nadie escribe un libro porque sí, salvo
los poetas, que estos, como algunos artistas, tienen necesidad imperiosa de
manifestarse porque lo que llevan dentro les consume. Por ello, ante un libro
ajeno, siempre me pregunto porqué lo hizo su autor, aunque cuando lo hago
respecto a uno propio la respuesta no suele gustarme: compromiso, prestigio,
remuneración... que suele ser también aplicable a casi todos los de los demás.
No es el caso de los "Retratos" de Carlo Ruspoli que constituyen un
legado a los suyos, como lo fue en su día la obra de su padre, Galeazzo, I Ruspoli. Da Carlo Magno a El
Alamein (Roma 2001), de la que le
hizo legatario espiritual principal. Por ello me es especialmente grato actuar
de prologuista, y por ello también -sírvame de excusa- me valdré de cuantas
citas crea venir al caso, de gentes a las que admiro. En alguna ocasión se
trata de alguien al que el propio Carlo
Ruspoli me ha hecho admirar.
De
su dedicatoria Para mi mujer y para mi hija. Porque
habéis soportado esta afición con estoicismo… la motivación última corresponde al
primer párrafo. En el segundo yerra, pecando de exceso de humildad porque el
libro demuestra tratarse de mucho más que del resultado de una mera afición y
porque si algo hubieron de "soportar", ambas Marías se sienten muy
satisfechas del resultado, como me consta, y no es para menos. Aunque pueda
parecer escueta es la más rotunda muestra de cariño. Esposo y padre ejemplar,
las asocia a su cotidiano trabajo y los demás nos las imaginamos oyendo y
corrigiendo con el espíritu crítico del que quiere bien, tan bien como Enzo de
Cerdeña, antepasado de Annibale Bentivoglio, el compañero de armas de Galeazzo
Marescotti, que de tanto repetir a su adorada Lucía amor mio, ben ti voglio,
la familia adoptó ese nombre.
El mayor escritor del "Novecento" italiano, Giovanni Papini,
autor también de "Rittratti", en su caso de propios y extraños, creyó
ver en sus biografiados una característica común:
Todos los grandes hombres del mundo -las
excepciones son tan raras que no se cuentan- han sido también grandes
infelices; perseguidos y torturados por la miseria, por la desdicha, por el
odio, por la enfermedad, por los hombres, por la suerte. El genio se
paga perdiendo todo lo demás, o, por lo menos, gran parte de los otros bienes.
Carlo Ruspoli no comparte esa visión
tétrica. Ve a sus "retratados" con manifiesta simpatía, con alegría,
y como él mismo señala están como
personajes vivos, a veces hablantes, con un poco de respetuosa ironía. Son
sus parientes y de ellos sabe siempre algo más de lo que narran las crónicas,
obtenido de la tradición familiar que cuenta con filias y fobias bien distintas
de las de los que nos damos de versados. ¿Apologético con los controvertidos?,
Camilo José Cela, en sus Historias familiares (Barcelona, 1998) dejó bien
sentado ese derecho a serlo frente a su ficticio tío Adrián que le amenazaba
con llevarle al juzgado:
Nuestra familia, quiero decir la familia
suya y mía, no es más suya que mía; en consecuencia, con ella hago lo que me da
la gana, y las reclamaciones, tío, al maestro armero que es de Chantada ¿Usted
me entiende?...
Los personajes de Carlo Ruspoli no son
lugareños de un "concello" lucense, sino grandes personajes, en
ocasiones universales, y como tales, de todos, aunque ciertamente lo sean algo
más suyos, por "caseros" en el sentido de "familiares"
y por "caseros" como pertenecientes
a casa y linaje de un mismo apellido y que viene del mismo origen. No pretende hacer literatura social, que en
ese caso cabría reprocharle el no incluir otros protagonistas grises,
mediocres, vergonzantes, fracasados, pródigos, excéntricos, pobres... que
existen en todas las familias. El autor relata "fazañas" de toda
índole protagonizadas por antepasados por sangre o por vínculo. Nombres
preclaros y de resonancia en los honores, en las armas, en el santoral;
sostenes de monarquías temporales y referencias inexcusables en la república de
las Letras; hombres y mujeres de acción, de oración o de pensamiento; vetustos
caballeros o deportivos "gentlemen" del Club de Golf Acquasanta;
controvertidas damas o esposas ejemplares... Ya hemos insinuado el porqué: su
trabajo es mucho más que un divertirme investigando las vidas de unos y de
otros y está destinado a sus sucesores, que los son de ambas estirpes,
herederos por partida doble de santos, papas o papables, cardenales, maestres
de órdenes de caballería, viajeros descubridores, y embajadores y militares.
Su mensaje es sencillo y directo: ¡seguid la pauta de los
mejores de entre nosotros!, en el deseo de que el parentesco en la sangre
induzca parentesco en las costumbres, porque el autor es, con todo derecho, sin
apaños ni oropeles, un linajudo, un hombre que se aprecia de su casta sin
jactancia, afectación, ni presunción, como titular de linaje difícil de superar
al que se suma el que llegó a convertirse en la casa nobiliaria más importante
de España en la persona de Pedro de Alcántara Téllez-Girón y Beaufort, duque de Osuna , en quien
se reunieron con otras las casas de Infantado, Benavente y Lerma; el particular
que más pagaba al fisco español, como en otro momento lo hicieran los banqueros
Ruspoli al florentino.
El duque de Morignano y de Plasencia,
marqués de Frómista, como su antecesor el músico y poeta Carlo Gesualdo, no
tiene necesidad de agradar a nadie, escribe para sí mismo, lo que piensa,
combinando los datos con los sentimientos que le inspiran sus titulares. El
resultado es esta obra original y sorprendente en muchos aspectos que hace más
realidad que en otros la frase de Kierkegaard de que La vida sólo puede ser
entendida mirando hacia atrás, aunque deba ser vivida mirando hacia delante.
Quienes como Carlo Ruspoli y yo mismo
nos hemos sumergido en nuestras raíces, podemos dar testimonio de la emoción
que se siente cuando se añade un nuevo dato a la historia familiar, un nuevo
miembro, un lugar, una fecha desconocida, ya que cada nueva incorporación
afianza la identidad. De
todos los personajes que hoy presenta, sólo comparto con él a Álvar Núñez
Cabeza de Vaca, por línea de mi abuelo materno, el marqués de Villapanés,
bisabuelo, también materno, de María Plasencia.
Nos habla pues el autor del pretérito, del "esto fuimos" pero,
casi inevitablemente, como sucede con todo escritor sincero que pone su corazón
en su obra, también incluye el "esto soy". Este aspecto se manifiesta
en sus cumplidas y entusiastas referencias a la Orden de Malta a la que ha
dedicado largos años de actividad desinteresada y en su admiración por un héroe
silencioso y sin tumba, diplomático como él; alguien para quien los judíos
reservan el feliz destino de los "Justos Gentiles", Raúl Wallenberg,
el único biografiado con el que no tiene vinculación familiar alguna.
Al igual que Oskar Schindler, el
industrial alemán de la famosa lista, Wallenberg usó su poder para salvar a miles
de personas durante el Holocausto, enfrentándose a mil azares, para acabar
silenciado en su vida y en su actuación heroica por los soviéticos. La familia Ruspoli
por su parte ayudó también a muchos romanos a escapar del SS Obersturmbannführer
Herbert Kappler.
Carlos Morignano en su manifestación
íntima se convierte también en biografiable, si es que vivir consiste en
construir futuros recuerdos, como
quiere el genial argentino Ernesto Sábato, mientras nos documenta sobre el gran
poeta moderno que fue Francisco Ruspoli, octavo príncipe de Cerveteri y
decimoquinto conde de Vignanello, - otro poeta más en la familia y del mismo
nombre del que a principios del siglo XVII abominaba de cualquiera que fuera un
advenedizo pedante, nombre raro...Gigante de ambición, enano de saber… -
recogiendo una estrofa-anécdota de "Piojito", el mendigo agradecido:
Usted lleva un nombre antiguo
que le pesa sobre los hombros,
tiene que columpiarse
entre sueños y realidad.
Realidades y sueños se entrecruzan con
el nombre y trayectoria de los Ruspoli-Marescotti. Sueños de los que nos podría
hablar "il fantasma di Castello Ruspoli" del que se benefician los
folletos de excursiones turísticas a Vignanello, si este fuera aprehensible.
Duende casi tan famoso como el espíritu familiar de los Orsini que ronda y que
se esconde tras los monstruos del parque de Bomarzo y que bien pudiera ser el
ánima descarnada de Giacinta Ruspoli Marescotti Orsini, que Marco Benefial
pintara, en largo vestido negro de corte, con el llamativo toque de nieve del
armiño y con la corona, símbolo del rango principesco del marido con el que
dialoga desde otro marco opuesto de la Fundación Cini veneciana.
Realidades del poder fáctico que
ejercieron estos Marescotti -condottieri y príncipes de la Iglesia
respectivamente- y que simboliza un llamativo fresco alegórico del brillante
decorador manierista, tan próximo ya al barroco, Jacopo Zucchi, en la pared de
entrada de la galería del venerable Palacio Ruspoli en la romana via del Corso.
Estatua viva sobre pedestal de mármol bicolor, imagen matronal sustentadora de
los símbolos del poder temporal y espiritual de los pontífices de la Iglesia y
apoyada a su vez en el escudo con las armas de la familia en jefe y que se
definen en el excluyente argot de la Heráldica como: en campo de azur dos
pies de vid, pasados en aspa, frutados de dos piezas, todo al natural, saliente
de un monte de seis picos, a la italiana, de oro en punta.
Realidades y sueños se entrecruzan
también en la familia de la duquesa de Plasencia ofreciendo puntual contrapeso
histórico o artístico a cada aspecto.
Los recuerdos de Bomarzo y Vignanello, y
de las villas junto a San Pietro in Montorio y la florentina de Camillo
Ruspoli, obra de Minerbetti, pueden cotejarse con los perdidos parques botánico
y zoológico de Lerma o con la imaginación desbordada en el "Abejero",
la "Ermita "
o la "Casa
de la Vieja", todos en "El Capricho" de la villa de Alameda
-Alameda de Osuna-. A las moles de los palazzi Ruspoli de Roma o de Florencia,
se pueden oponer en el presente y en el pasado el palacio ducal de Gandía o de
Lerma y "Las Vistillas" madrileñas de jardines recortados. Con la
alta torre de la rocca de Confortino, compite el torreón del Caballero del castillo moro de
Espejo, avanzada entre el baluarte principal y la parroquia. Dos
colegiatas, la de Gandía -más conocida como "la Seu"- y la de Osuna , que en realidad
son dos iglesias, una en superficie para los vivos y otra subterránea para los
muertos, muestran la piedad de borjas y girones en nada inferior a la de los
príncipes romanos.
Las cuatro facultades; de Teología, de
Cánones y leyes, de Medicina y de Artes, de la universidad ursaonense, fundada
en 1548 por el IV conde de Ureña, Juan Téllez-Girón, no desdicen del alto grado
en que cultivaron la música o la poesía los italianos, como tampoco de los
salones y bailes de la condesa-duquesa de Benavente, lugar de cita de mecenas y
cultivados en las artes, la música y la literatura, a finales del siglo XVIII,
los de María Cristina
Ruspoli Bonaparte y las cultas tertulias posteriores de Tante Bessie y de Victoria Ruspoli
Dampierre.
Carlo Ruspoli explica a los suyos lo que
les pertenece y prefiere optar entre sus divisas familiares por el jamais arrière - el único lema en
francés de un clan escocés y perteneciente al fundador altomedieval-, de
similar arrogancia al más vale volando de su adánica costilla, sobre el
discreto Tace sed memento de
sus parientes Talleyrand - Périgord. Yo le aplaudo, que aunque Ovidio señalara
sentenciosamente que la virtud de nuestros mayores fue suya, no es nuestra, es
justo premiar en los descendientes la virtud de sus mayores, y parodiando el Teatro crítico
universal del padre
Feijóo, se debe reputar la nobleza por un género de excelencia, a quien por
consiguiente se debe el obsequio del honor.
Leamos pues con fruición y atribuyamos a
girones, pimenteles, marescottis y ruspolis el honor que se merecen sin olvidar
el encomiable esfuerzo de su sucesor quien ha hecho realidad las estrofas que
dedicara como cántico Calderón de la Barca al que en mi opinión es el más
ilustre de todos sus personajes en el certamen poético en honor de la canonización
de S. Francisco de Borja que tuvo lugar en 1671:
que el blasón heredado
es un tesoro hallado
sin el heroico timbre de adquirido,
pues sólo lo merece
el que a ser más de lo que nace,
crece.
Hugo O´Donnell y Duque de Estrada
Duque de Tetuán, de la Real Academia de
la Historia
2.
NOTA
DEL AUTOR
Todo
empezó con la publicación de unas biografías, recortadas, en la revista “La
moda en España”, que muy amablemente creó una sección cultural para incluir mis
escritos. Algunos lectores celebraron mis artículos y así empezó a nacer la
idea de Retratos. Al principio pensé utilizar principalmente los datos del
libro que mi padre Galeazzo escribió con la valiosa ayuda de su mujer Gaea y me
dedicó, “I Ruspoli” ISBN 88-8440-043-0 de Gremese Editore, el retrato de una noble
familia escocesa que, en el curso de los siglos, se convirtió en romana. Pero
en seguida me pareció limitar demasiado el campo de las historias de personajes
ilustres, por regla general, poco conocidos en España. Así que desde una idea
inicial de traducir aquel libro al idioma castellano, introduciendo algunas
ampliaciones referidas a la rama española de los Ruspoli, quise divertirme
investigando las vidas de unos y otros personajes que siempre me llamaron la
atención, tanto de mi familia como de otras relacionadas por vínculos de
parentesco, me refiero en particular al linaje de mi mujer, así como de algunos
temas históricos que pudieran ser de interés general.
Las
noblezas española e italiana tienen históricamente muchos puntos de contacto,
algunos poco conocidos.
Reflexionar sobre el presente o el futuro de las noblezas
española e italiana no deja de ser, en muy gran medida, un
contrasentido; o mejor dicho un imposible, toda vez que en puridad estos
colectivos ya practicamente no existen, al menos como fenómeno social o como
hecho general de civilización. Sin embargo creo que hoy la nobleza tiene que
estar al servicio de la sociedad y que su acción debe centrarse sobre todo en
las actividades humanitarias y culturales, así como para la conservación de los
valores morales tradicionales.
En seguida me
di cuenta que las investigaciones sobre los nuevos personajes iban a ser muy
interesantes, puesto que descubrí diversos contactos entre las familias
retratadas, empezando por San Francisco de Borja, que se denomina
afectuosamente en la familia de mi mujer como el abuelo Santo Duque, y los
Marescotti de Bolonia, con motivo de un encuentro hacia 1570 en el Real Colegio
Mayor de San Clemente de los Españoles en Bolonia, fundado en 1365 por voluntad
del cardenal Gil Álvarez de Albornoz. Este encuentro, en el marco del viaje de
San Francisco con el cardenal nepote, fue para impulsar unos nuevos estatutos
más ambiciosos que lo vigentes hasta entonces, para hospedar más de la
treintena de españoles y cristianos. Los Marescotti, entonces condes de
Bagnocavallo, regían en aquella época la ciudad. Luego hay un cardenal
Marescotti nuncio apostólico en Madrid en el siglo siguiente, hay múltiples
contactos del tercer duque de Osuna con miembros de la familia Marescotti-Ruspoli-Caracciolo,
hay una boda en el siglo XVII del príncipe de Venosa, pariente de mi familia,
con una nieta de Lucrecia Borgia, otra de Camillo Ruspoli con Carlota Godoy y
Borbón en el XIX para llegar finalmente a mi matrimonio en 1975 con una ilustre
descendiente de los Téllez-Girón, Borja y Pimentel, entre otros linajes con conexiones
con Italia, como los Álvarez de Toledo.
¿Nobleza?
¿Aristocracia? ¿Élites? En toda sociedad humana las ha habido, las hay y las
habrá. La sociedad española e italiana en particular,
y las sociedades occidentales en general, las necesitan como clases directoras,
de ello no hay duda. Pero es obvio también que no pueden fundarse ya en la
sangre, la estirpe o el linaje -es decir, en el mero automatismo, por lo demás
tan azaroso, del nacimiento y la herencia-, sino sólo y exclusivamente en la
valía y en el esfuerzo personal. Y es que el origen del more nobilium fue precisamente ese afán de superación personal, esa
búsqueda constante de la perfección a través de la práctica de la virtud.
Grecia nos enseñó a buscar la belleza, la bondad y la sabiduría; Roma nos dio
el concepto de libertas, basada
siempre en las leyes; la Cristiandad, el del respeto e incluso el amor al
prójimo; la Caballería medieval, un estricto código del honor... Por eso me
parece que resulta bien comprobado que en la España e Italia post-modernas y
globalizadas, a la llamada Nobleza española o italiana -compuesta sólo de meros poseedores de Títulos y de meros descendientes de nobles- solamente
le queda continuar vegetando y mirándose en el ombligo de una vanidad que
siempre será ridícula -y además tan innecesaria a la sociedad actual-; o bien
plantearse el recurso de aceptar con resignación y con dignidad su extinción
definitiva como estamento o grupo social, dedicándose sus asociaciones
colegiales, como mucho, a una mera labor cultural de conservación de una a
veces estimable memoria histórica, pero evitando por cierto los tintes
pseudo-historicistas y el malhadado orgullo de clase -o de casta, mejor dicho-.
El cambio del viejo concepto de Nobleza
al único hoy admisible -el de Familias
Históricas- parece insoslayable, aunque a ello se resistan los
descendientes de hidalgos de aldea que hoy pueblan y gobiernan -y
prostituyen- las corporaciones nobiliarias, que obviamente saldrían
perjudicados en el cambio, ya que sus modestos linajes jamás han hecho ni
siquiera una pequeña parte de la Historia de España y de Italia.
¿Aristocracia? ¿Élites? Las hay en la
España y la Italia de hoy, por supuesto; pero los actuales descendientes de la
hispáno-italica Nobleza, la que existió y rigió los destinos de ambos países
durante la Edad Media y la Edad Moderna, ya no son ni una cosa ni la otra
porque no buscan ni practican apenas la virtud, ni tampoco tienen el amparo
legal porque apenas existen ni para el Estado ni para el Derecho. Y para colmo
carecen de poder económico. Y ya sabemos que la nobleza sin ley, sin virtud y
sin patrimonio, no puede ser ya nada más que una insustancial y molesta
vanidad.
Sin embargo,
espero que la lectura de las historias aquí sintetizadas sea interesante para
algún lector ocasional, despertando en él la misma curiosidad que me lanzó hacia
esta primera aventura escrita, por lo menos, de momento…
Los relatos
biográficos abarcan un arco temporal de doce siglos, desde Carlomagno hasta el
siglo XXI y todos los personajes están encuadrados en el periodo histórico en
el cual les tocó vivir. Guerreros, mecenas de letras y de artes, héroes,
exploradores, artistas, poetas, músicos, embajadores, grandes maestres, papas,
altos prelados y santos estarán retratados rigurosamente, pero como personajes
vivos, a veces hablantes, con un poco de respetuosa ironía. Dicen que una
sonrisa perdurable en los labios prolonga la vida…
Quiero
agradecer a mi mujer y a mi hija, a las cuales dedico este libro, por su paciencia
y sus consejos, a mi padre Galeazzo y a su mujer Gaea, que escribieron juntos a cuatro manos dos libros que me
sirvieron de ejemplo, al Duque de Tetuán, Académico de la Real de Historia y de
la Matritense de Genealogía y Heráldica, por dedicarme un valiosísimo, tal vez
inmerecido, prólogo, a Ángel Gil por haberme “captado” para la revista, a mis
grandes amigos Ignacio Benjumea Cabeza de Vaca, con el deseo que descubra el
guiño que le hago en una de las biografías, por haberme perfeccionado
pacientemente en el dominio correcto del idioma castellano, a Sergio Alberto
Baur, coautor del “primer” artículo publicado en dicha revista sobre la
extraordinaria figura del diplomático sueco Raul Wallemberg, que se incluye en
el último Anexo, al padre José Luís Tubilla, por sus primeras y excelentes
correcciones del texto, a Manuel de Parada, marqués de Peraleja, a Josemi
Rodríguez-Sieiro y a Enrique Miguel Rodríguez por sus recomendaciones y su
meritoria aunque infuctuosa ayuda en la búsqueda de un editor, a José Semprún Bullón
y a José Miguel Carrillo de Albornoz, por haberme ambos dedicado uno de sus
libros de historia, al barón de Alacuás, Federico Trenor, por su constante
aliento y consejos para seguir adelante con este libro, a doña Claudia Ruspoli,
actual copropietaria del castillo de Vignanello, por autorizarme a utilizar las
fotos de su propiedad, a su padre don Sforza, por la pista que me dio con nuestro
antepasado, el olvidado Gran Maestre de la Orden de Malta, Bartolomé Ruspoli,
al doctor Alejandro Domingo, por su interés y su ayuda en la búsqueda de
documentos antiguos, y a otros numerosos
amigos españoles e italianos que me han alentado, celebrando mis primeras
apariciones en la revista y, por último, a aquellos que critiquen este libro,
porque querrá decir que lo han leído…
Quiero
señalar de manera resumida también a las fuentes de la información escrita y
gráfica que se ha recogido en las páginas siguientes. De Italia: Biblioteca y
Archivo de la familia
Ruspoli , Archivos históricos de Roma, Bolonia, Ferrara y
Florencia, Archivos Vaticanos, Archivos de Iglesias de Bolonia, Florencia y
Roma, Revistas del Colegio Heráldico Romano fundado en 1853, Libro de Oro de la Nobleza Italiana ,
Sociedad Geográfica Italiana, apuntes de Doña Victoria y Don Francisco Ruspoli,
Biblioteca y Archivos de la Orden de Malta, entre los principales. De España:
Archivo Histórico Nacional, Biblioteca Nacional, Biblioteca y Archivos de la
Casa ducal de Osuna, Guías oficiales de la Grandeza y Títulos del Reino, así
como de la Nobleza publicadas respectivamente por el Ministerio de Justicia y
por Hidalguía, Biblioteca nobiliaria del
duque de Osuna ,
Cuadernos de Ayala, e Internet, un medio
de información cada vez más extendido y necesario, etc. Además es justo
recordar que he podido disponer en propiedad de una bibliografía muy completa,
para retratar a mis personajes o a la historia en general, gracias a mi afán de
coleccionista de libros, algunos lamentablemente olvidados. Al final del libro,
hay un capítulo dedicado exclusivamente a la bibliografía consultada.
Finalmente,
puesto que las historias se basan principalmente en antepasados de los linajes
de mi mujer o míos, reproduzco a continuación en el Anexo 1 una de las entradas
de la familia Ruspoli
en la que figura mi grupo familiar, relativa al Libro de Oro de la Nobleza Italiana ,
por ser, tal vez, interesante para el lector descubrir quien es el descendiente
del personaje retratado. Una descripción muy similar se puede encontrar en el
Almanach de Gotha edición del 2001, en inglés. Asimismo, en los siguientes
Anexos 2 y 3, incluyo dos árboles genealógicos que también pueden ser de
interés de los lectores. Los Anexos 4 y 5 se refieren a la Soberana Orden Militar
y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta[1].
El último Anexo 6, tal como ya anticipé, describe a la figura histórica de Raul
Wallemberg, que supuso el comienzo de mi afición de escritor.
Por si
quedara alguna duda, también hay un epílogo donde explico el parentesco o la
conexión de los personajes retratados con la familia.
Por último,
he incluido tres índices, general, onomástico y de lugares, y una bibliografía,
para facilitar la búsqueda de información y de datos, así como de sus fuentes.
Hay, además, más de quinientas noventa notas al pié explicativas y más de 390
ilustraciones para amenizar la lectura.
Los datos estadísticos
del libro son: más de 440 páginas en formato A4 que es el cuyo formato es de 21
x 29,7 cm., más de 220.000 palabras, más de 4.700 párrafos y 38 capítulos,
incluyendo 24 retratos, tres de generalidades, seis de anexos y cinco de
índices.
[1] Es más conocida en
el mundo como Orden de Malta y, entre sus miembros, desde los tiempos fundacionales,
como “La Religión”. Es hoy mucho más activa, está más extendida y tiene el
mayor número de miembros, que en cualquier periodo de su historia casi
milenaria.
11.
CARLO
GESUALDO (1560-1614)
El príncipe de Venosa
Sinopsis
de su vida
Carlo Gesualdo[1], Príncipe
de Venosa y Conde de Conza,
excelso compositor italiano nacido en Nápoles hacía 1560 y fallecido en Gesualdo,
según se dice, el 8 de septiembre de 1613. Es considerado como una de las figuras
más significativas del Renacimiento italiano. Este músico, virtuoso del laúd,
amigo del poeta lírico Torcuato Tasso[2],
puso música a nueve madrigales del gran poeta. Después de haber ordenado en
1590 el asesinato de su mujer, María d’Ávalos y del amante de esta, el duque
Carafa, contrajo matrimonio con Leonora d’Este, bisnieta de Lucrecia Borgia, en
1594. Se conservan aún, de su producción, seis libros de madrigales a cinco voces
(1594-1611), madrigales a seis voces (1606) y las Sacrae Cantiones a cinco, seis y siete voces en 1603. Su refinado
arte procura por todos los medios aumentar la intensidad del texto.
Comenzó sus estudios musicales en la
academia fundada por su padre y frecuentada por importantes músicos. Recibió a
muy temprana edad clases de laúd y composición y probablemente su maestro fue P.
Nenna.
En 1586 se casó con su hermosa prima
María d’Avalos, hija del duque de Pescara, pero esta fue sorprendida cometiendo
adulterio con el duque Carafa y Carlo Gesualdo la asesinó junto a su amante en
octubre de 1590. El ensañamiento y salvajismo con el que cometió el crimen
convulsionó a la sociedad de la
época. Este acto hizo que se retirara a su castillo en la
ciudad de Gesualdo, para escapar de las iras de las familias de los asesinados.
En 1593, con la ayuda de su tío el arzobispo, contrajo matrimonio con Leonora
d’Este, hija del duque de Ferrara, pero debido a las infidelidades del
compositor, el matrimonio fracasó[3].
Tuvo dos hijos, uno por cada matrimonio,
que murieron a muy temprana edad; la muerte del primero fue por sofocamiento y
fue imputada al mismo Gesualdo y la muerte del segundo, en 1600, le afectó tan notablemente,
que esto podría ser el punto de partida de la particular penitencia que se
administró.
Según algunas fuentes, su muerte fue
voluntaria, pero otras indican que pudiera ser asesinado por alguno de los
jóvenes con los que se flagelaba[4].
Según el autor de esta biografía, y de
acuerdo con la información facilitada por el archivo heredado de uno de sus
descendientes, don Giuseppe
Bonanno , príncipe de Linguaglossa, don Carlo Gesualdo murió
solo, de inanición voluntaria, en el cuarto del címbalo de su fortaleza de
Gesualdo, donde se hizo segregar al poco tiempo de enterarse de la muerte de su
hijo primogénito Emanuele. En cuanto a las prácticas masoquistas con escenas de
flagelación con muchachos, está probado por dichos archivos que nunca existieron.
Sus biografías abundan en títulos como
músico y asesino, príncipe del sufrimiento o asesino a cinco voces. Su música,
o por lo menos los dos últimos de sus seis libros de madrigales y sus finales Responsoria et alia ad Officium Hebdomadæ Sancta
spectantia, publicados por su impresor particular en 1611, fue olvidada
durante tres siglos y resurgió, impregnada de un aura premonitoria, leída desde
la crisis del relato tonal-funcional. Para la mirada del presente, las
alteraciones cromáticas, las disonancias y los extremos contrastes expresivos
de Carlo Gesualdo suenan a visionarios. Tal vez por eso crece la leyenda.
Orígenes de la familia
Hay una leyenda romántica y heroica que
da comienzo al linaje de los príncipes de Venosa. Después de la expansión de
los longobardos hacia la Italia meridional, el emperador bizantino intentó
reconquistar a Benevento y sitió la ciudad. Corría el año 663 de nuestra era.
Superado por el gran número de las tropas enemigas, el joven Romualdo, duque de
Benevento e hijo del rey longobardo Grimoaldo, se retiró dentro de las murallas
de la fortaleza, bien defendido en tres lados por la confluencia de dos ríos y
por el cuarto por los muros de la
misma. No obstante, Benevento tenía una autonomía limitada,
porque no podía recibir provisiones alimentarías desde el exterior y no habría
podido resistir mucho tiempo. El duque entonces encargó a Gensualdo, su
preceptor y amigo desde la infancia, una misión desesperada, la de correr a
Pavía, capital de los longobardos, para pedir socorro inmediato al rey
Grimoaldo.
Gensualdo consiguió de forma increíble
atravesar la líneas enemigas, alcanzó Pavía al galope, informó al rey de la
situación y, más de prisa que pudo, intentó regresar a Benevento para decirle a
Romoaldo que no se rindiera, porque estaba llegando un poderoso ejército para
socorrerle.
Desgraciadamente no consiguió atravesar
por segunda vez las líneas enemigas. Fue capturado por los bizantinos y, bajo
tortura, fue obligado a confesar el fin de su misión. Entonces al enemigo se le
ocurrió un engaño diabólico. Gensualdo salvaría su vida y obtendría una
generosa compensación de dinero si hubiese comunicado a los sitiados que su
misión había fracasado desgraciadamente y que llegados a este punto, la única
solución sería la rendición de la ciudad. Gensualdo fingió aceptar la propuesta. Montado
a caballo y conducido bajo los muros de la ciudadela de Benevento, con un gesto
de desesperado heroísmo gritó a su señor de no rendirse porque el ejército del
rey su padre estaba ya a la espalda del enemigo, listo para atravesar el río
Sangro y por lo tanto a pocos días de marcha. Al oír estas palabras, los
bizantinos agarraron a Gensualdo, le decapitaron y lanzaron su cabeza al
interior de la muralla de Benevento. El duque, llorando, quiso volver a ver y
besar la cara del heroico amigo y luego quiso darle una digna sepultura.[5]
Con la llegada del ejército longobardo a
Benevento marcó el ocaso del sueño de los emperadores bizantinos de
reconquistar Italia, mientras en su lugar, nacía la fortuna de la familia de
Gensualdo. En efecto, el rey de los longobardos asignó a sus huérfanos una rica
baronía que incluía los pueblos de Gesualdo, Frigento y Mirabella.
Continua...
[1] Imagen 95. Un
famoso retrato de Carlo Gesualdo.
[2] Torquato Tasso nació
en Sorrento, cerca de Nápoles, el
11 de marzo de 1544 y murió en Roma, el 25 de abril de 1595. Fue un poeta
italiano de la época de la Contrarreforma. Es conocido sobre todo por su
extenso poema épico “Jerusalén liberada”, ambientado en el asedio de Jerusalén
durante la Primera Cruzada, así como por la locura que le aquejó en sus últimos
años.
[3] El autor de la
biografía está en contra de esta opinión, como se puede leer después.
[4] El autor de la
biografía está en contra de esta opinión, como se puede leer después.
[5] Imagen 96. Las
armas del linaje Gesualdo.
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